miércoles, 14 de mayo de 2008

"DEMANDAS SOCIALES E IDENTIDADES POLÍTICAS"


CONFERENCIA DE ERNESTO LACLAU
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad 11/4/08

Populismo
Hay que invertir su significado, no es un término peyorativo sino portador de una significación de identidad popular. Existe populismo siempre que se interpela a las masas para que se constituyan en actores colectivos por fuera del aparato institucional.
No hay que olvidar que los aparatos institucionales de los países de la región fueron seriamente quebrantados por dos experiencias desastrosas en los últimos cuarenta años. Las dictaduras militares y el auge del neoliberalismo (…) Si ha habido históricamente un peligro para las democracias latinoamericanas no ha venido del populismo sino del neoliberalismo.
La primera condición para el surgimiento del populismo es que haya una pluralidad de demandas insatisfechas, cuya equivalencia posibilita que haya solidaridad entre esas demandas y se constituya, por lo tanto, un colectivo popular (actor distinto al Poder); es lo que se llama “relación de equivalencia”. La relación de equivalencia de demandas debe resolver el difícil problema de que están procesadas “desde arriba” por la necesidad del sistema de absorberlas, es decir, son materia de una política “institucionalista” y, simultáneamente, están procesadas “desde abajo”, es decir, son materia de una política “populista”, política que para existir divide su campo de acción, el espacio social, entre el “arriba” y el “abajo”.
La segunda condición estará en que cuando todas las demandas son equivalenciadas en una cadena se alcanza un símbolo constitutivo del movimiento populista, su unidad simbólica entre todas las demandas particulares presentes (en ese movimiento); entonces, en cierto momento, ocurrirá que una sola demanda particular asume la representación de toda la cadena (por ejemplo, en una dictadura cualquier demanda social es percibida de inmediato como anti sistema y, por tanto, es vista como universal). En tal caso, este símbolo que asume la representación total del movimiento indicará una situación en que algo particular se presenta como universal, habrá surgido así una relación hegemónica, un significante hegemónico que encarna el interés de todo el pueblo
La tercera condición para el populismo es que la demanda tiene significados “vacíos”, es presentada como “significante vacío” pues debe representar toda la “cadena equivalencial” de que se habla más arriba, y no podría hacerlo sin romper de alguna manera con cada uno de los significantes que son las demandas particulares que concurren al movimiento.
En resumen, el populismo es:
1) distinción arriba/abajo;
2) particularidad totalidad;
3) significantes vacíos.

Demandas sociales
Toda movilización política exitosa debe amalgamar demandas sociales que son profundamente heterogéneas pero que deben, sin embargo confluir en la constitución de un campo popular. Los símbolos que expresan esta confluencia, dada la heterogeneidad de las demandas, deben funcionar como lo que he denominado “significantes vacíos”. Estos tienden a desaparecer cuando la política es sustituida por la administración (o gobierno de los tecnócratas)
Si hay política hay elementos de conflicto, significantes en pugna, flotantes, porque la frontera que separa al Poder de “los de abajo” no es estable, puede modificarse.


Rol del líder
En todo populismo hay tendencia a unirse a través de un nombre, su centralidad depende del grado de estabilidad del sistema institucional. Si hay una acumulación de demandas insatisfechas y un aparato institucional incapaz de absorberlas, se crea entre todas estas demandas una cadena equivalencial (todas ellas son vistas como formando parte de una común identidad frustrada). Así se va creando un polo popular que se concibe a sí mismo a través de su oposición al polo institucional vigente. Esa cadena generalmente se cristaliza, como punto de partida, en la figura de un líder. La potencia de su figura depende de la capacidad de dar voz a esa pluralidad de reivindicaciones. Las cadenas equivalenciales que se articulan en torno a las figuras de Evo Morales y Chávez son bien diferentes.





Revista Veintitrés/ Octubre 2006

Las reorientaciones básicas que desde el 2003 se vienen dando en la Argentina son imposibles sin consolidar formas de participación popular que presuponen modificaciones profundas de los mecanismos estatales (…)

Una movilización horizontal de las bases, librada a sí misma, no conduce a ninguna alteración fundamental del tipo de Estado. Esto último requiere que el eje horizontal sea suplementado por el vertical, es decir la participación en el sistema político (…) Como siempre en política, se trata de caminar entre precipicios. Si la balanza se inclina demasiado hacia el eje vertical, el peligro es la cooptación y burocratización de los movimientos sociales; pero si el peso va demasiado en otra dirección, se corre el riesgo de una esterilidad política que, en el largo plazo, puede conducir a una erosión y lenta desintegración de esos movimientos.